Estimados lectores,

Durante mi reciente visita a la Fédération Cynologique Internationale (FCI), pude comprobar con verdadero placer que el Alcalde de la ciudad de Thuin, el Sr Paul Furlan, cumplió con su promesa, hecha con motivo de la inauguración de nuestras nuevas oficinas, de rotular la ciudad como « Thuin, Capital Mundial del Perro ».

Como resultado de esta iniciativa, la Fédération Cynologique Internationale (FCI) junto con la ayuda de la Oficina del Turismo de Thuin, organizó una exitosa caminata a través de la zona medieval histórica de la ciudad.

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Rafael de Santiago
Presidente de la FCI
Etimología del término Schipperke

Para comprender el origen de la palabra “Schipperke” es necesario en primer lugar sumergirse en el contexto lingüístico de la época. En 1830, año de la fundación de Bélgica, el francés fue elegido como única lengua oficial. El francés era la única lengua utilizada en las instancias administrativas y judiciales y en los intercambios comerciales del país. A su vez, la aristocracia y la burguesía sólo se expresaban en francés. Sintomática es la obra de Suzanne Lilar (1901-1992) “Una Juventud Gantesa”, en la que la autora describe sus años jóvenes durante la primera mitad del siglo XX en la ciudad flamenca de Gante (en neerlandés Gent, y en francés Gand): “La pequeña burguesía era bilingüe, pero solía hablar francés al igual que la clase alta. El pueblo hablaba un dialecto flamenco.

Chromolithographie d’Alexandre Clarys (Chasse et Pêche, août 1895)

Aunque existiera una lengua flamenca, en realidad se trataba de un conjunto de dialectos que abarcaba el territorio. Las diferencias de pronunciación diferían considerablemente de una ciudad a otra. Aún hoy, como habitante de la provincia de Flandes Oriental (capital Gante), me cuesta comprender los dialectos practicados por nuestros vecinos de Flandes Occidental (capital: Brujas - Brugge en neerlandés), de Cortrique (Kortrijk en neerlandés) o de la costa belga. Este es el panorama actual, salvo que la consideración hacia el flamenco ha evolucionado significativamente y con el tiempo esta lengua se ha integrado en la estructura de Bélgica. En 1878 el flamenco se establece en la administración y en 1883 en la enseñanza primaria. En abril de 1886 la moneda pasa a ser bilingüe. Finalmente, en la votación de la Ley de Igualdad del 18 de abril de 1898 el flamenco es reconocido como idioma oficial.

Aunque en el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial Bélgica se caracterizaba aún por el monolingüismo francófono, las cuestiones lingüísticas ganaban magnitud. El movimiento flamenco obtuvo la concesión para crear una universidad flamenca, pero hubo que esperar hasta 1930 para su materialización, en Gante. En el folleto editado en 1924 por el Schipperkes Club, se menciona en la última página: “En los últimos años se ha intensificado la diferencia de opiniones entre los aficionados respecto al significado del término Schipperke”. Antes de la Primera Guerra Mundial se atribuía poca importancia a esta cuestión, considerándose el Schipperke simplemente como una “raza flamenca”, tal como aparecería en el primer libro de orígenes (1883) editado por la sociedad Saint-Hubert.

La investigación etimológica más significativa es la de Louis Huyghebaert (criador, adiestrador, juez y escritor), al que los aficionados al Pastor Belga conocen bien por ser el “patrocinador del Malinois”. El texto original, escrito en flamenco, fue publicado en la revista flamenca “Cultura” en 1925 (página 2422). Incluimos aquí su traducción (previamente al francés), publicada en la revista belga “l’Aboi” del 15 de marzo 1947:

“Si bien el francés utiliza únicamente la expresión “perro pastor” para designar esta variedad canina, la lengua neerlandés-flamenca utiliza tres: “herdershond”, utilizada principalmente en Holanda actualmente, y las flamencas “schaaps” o “schepershond”. Evitaremos aquí esta digresión lingüística, y sólo hago un inciso para explicar el origen de la palabra “schipperke”, frecuente y erróneamente traducida por “petit batelier” (“pequeño barquero” en español). En realidad se debería escribir “scheperke” o “pequeño pastor” para designar a este pequeño perro negro sin apéndice caudal, a veces denominado “spits” (1) y que, por sus formas y su carácter, se trata de un pequeño perro pastor.

A tal respecto, el profesor Reul se equivoca cuando escribe: “El schipperke (del flamenco “schipper = barquero” o, concretamente su diminutivo “schipperke = pequeño barquero”) era el inseparable compañero del barquero que conducía su barcaza por los canales y los ríos del país bajo. Rara vez este perro pisaba tierra firme… etc.” (ver Las Razas de Perros, del profesor Reul, Bruselas, 1891-1894).

He pasado muchos años en Lovaina, y tanto antes como después de la guerra de 1914-1918 he investigado sobre el origen de estos perros pequeños. Más tarde volveré a referirme a esta cuestión. De momento me gustaría subrayar que el profesor Reul convierte el barco en la cuna del schipperke sólo por necesidades de la causa. Quien desconoce el flamenco no podrá encontrar otra explicación o traducción de la palabra “schipperke”, pero para quien esté familiarizado con el dialecto de Lovaina no hay duda de que la “i” de schipperke debe ser una sustitución de la “e.”

Más tarde, Georges O’Breen, redactor de Chasse et Pêche (Caza y Pesca), escribe: “La confusión entre los nombres “scheperke” y “schipperke” la encontramos entre quienes, al designar en Bélgica el schipperke con el nombre de spitz, han adscrito sin otra prueba al pequeño pastor al verdadero spitz, es decir al lulú, que es de origen nórdico. El hecho es que en el país de expresión flamenca, la vox populi suele aplicar este nombre bastante genérico de “spitz” a muchos perros de compañía o de granja, de tamaño por debajo de la media y que no tienen ningún parentesco con el lulú.”

La evolución dialectal de la palabra “Scheperke” a “Schipperke” ha sido, a lo largo del tiempo, apoyada por varias personalidades de primer orden. Podemos empezar por nuestro gran cinólogo Charles Huge (que criaba Schipperkes), que expresaba en una nota publicada el 16 de noviembre de 1919: “Y probablemente tendrán esto de su generador, el pastor negro, llamado vulgarmente “de Leuvenaar”. Estos grandes schipperkes eran pequeños scheeperkes, nombre que fue sin duda distorsionado, como puede demostrarse”. En la palabra “Leuvenaar”, podemos encontrar el nombre de la ciudad de Lovaina, o “Leuven” en flamenco. Algunos meses más tarde (21 de marzo 1920), en un artículo que describía el carácter tan especial del Schipperke, así como la conformación de su caja craneal y la posición de las orejas respecto al Lulú de Pomerania, Charles Huge confirma la descendencia de pastor del Schipperke.

Los hermanos Verbanck, indiscutibles especialistas en la raza Schipperke, compartían la opinión de Charles Huge. Actualmente, el juez Robert Pollet se ha expresado en el mismo sentido en la publicación del artículo: “The Schipperke… what’s in a name?” En Estados Unidos, un veterinario conocido con el nombre de Leon Whitney ha llegado también a la conclusión de que se trata de un pequeño perro pastor. Hoy, después de mucho tiempo, nadie en Bélgica cuestiona la mutación de la palabra Schipperke, merced a su aparente evidencia. Ciertamente, es comprensible que el entorno histórico y el contexto lingüístico de nuestro país no sean fáciles de comprender para alguien ajeno a ellos.

Tras la publicación en 2011 de mi libro sobre el Schipperke descubrí el capítulo sobre nuestro pequeño diablo negro escrito por el holandés L. Seegers. En su libro “Hondenrassen” (Razas de Perros), editado en 1912, algunos pasajes no carecen de interés. Creo útil extraer los párrafos siguientes:

“El Schipperke es belga, concretamente un belga flamenco, ya que, por mucho que nos remontemos en la historia sólo lo encontraremos en los dos Flandes, poco más lejos en las provincias de Amberes y Brabante y esporádicamente en la provincia de Limburgo. Las provincias valonas sólo lo conocían de oído. Más tarde el centro de cría se desplazó a la parte flamenca de Brabante.

Aún recordamos bien, cuando en 1872 llegamos a Lovaina, ver con asombro cómo deambulaban por doquier un gran número de pequeños perros sin rabo. Eran más grandes y más fuertes que nuestros Schipperkes de hoy. Muchos se utilizaban para la caza del conejo. Las grandes fábricas de cerveza de Lovaina los utilizaban para limpiar los edificios de ratas y ratones, trabajo en el que el Schipperke no tenía nada que envidiar a los mejores terriers. Quizás este sea el motivo por el que, en la primera gran exposición belga de 1880, fue catalogado entre los terriers con los siguientes términos: “Terrier de pelo corto zaíno, de orejas rectas, sin rabo, de raza flamenca: Schipperkes”.

Aunque no hay dudas sobre su país de origen, no está claro por qué la raza que originalmente se llamaba “Spitz Belga” recibiera más tarde el nombre de “Schipperke”. Tal vez porque se les solía encontrar sobre todo en barcas o gabarras, según se dice. Pero, ¿dónde está la prueba de que eran mayormente barqueros quienes utilizaban los spits belgas? No hay ninguna, como tampoco sería difícil demostrar que lo que barqueros belgas llevaban, al igual que sus colegas de otros países, eran simplemente lulús (Keeshonden)”.

En cuanto a la expresión “Spitz belga”, ya la descubrí en la obra “De Hond” (El Perro), escrita en 1916 por el adiestrador y cinólogo amberino Panési. He aquí una traducción (previamente al francés) del capítulo “De Belgische spits”:

"Es una antigua raza nacional que parece haber desaparecido. Ya se hablaba de ello en 1891. Este perro se utilizaba en otros tiempos como perro guardián y de tiro: era muy apreciado por los carniceros. En algunas ocasiones los hemos encontrado como perros de rebaño. También fue utilizado como perro de tiro por quienes vendían aves de corral en el mercado de Amberes.

El spits belga se consideraba muy buen perro, fuerte y fiel. Y a ello puede añadirse que tenía las mismas capacidades que nuestro perro pastor. Si comparamos con los de hoy los perros pastores de antaño, sin rabo y con una expresión totalmente distinta, podemos comprender cómo una raza puede cambiar a lo largo del tiempo: lo mismo ha sucedido con el spits belga.

Hace algunos años se constituyó una asociación llamada “De Belgische Spits”, que llevó a cabo sus investigaciones y que acabó prohibiendo, tal como se ha hecho con nuestros perros pastores, que se cortara la cola a los spits. Los descendientes de nuestros spits de antaño se han convertido en nuestro actual perro pastor de pelo corto negro. Nosotros mismos hemos tenido “Nox” (B.P. 60), entre otros, y tras los acoplamientos a veces teníamos más crías sin cola que con cola. Por último, aún podemos añadir que quien produce con spits belgas es consciente de que no es raro encontrarse en la camada una cría de color leonado.”

En 1919, en la revista amberina “Cultura”, Panési, calificando al pastor de pelo corto negro de vieja raza, confirma el propósito de su libro al escribir: “Qué no habremos visto con nuestro excelente pelo corto negro, al que otrora se le cortaba la cola y al que se le daba el nombre de “Spits”, “Boomse Spits” (...) (Boom es una localidad situada al sur de Amberes).

(1) No sólo se encontraban entre los primeros Schipperkes perros que respondían al nombre de “spits” o “spitz”, sino también entre los primeros perros Pastor Belga y Pastor Holandés. El término “spits” proviene de la expresión flamenca “oren spitsen”, que quiere decir “levantar la oreja”.

Jean-Marie Vanbutsele