Para comprender el origen de la palabra “Schipperke” es necesario en primer lugar
sumergirse en el contexto lingüístico de la época. En 1830, año de la fundación
de Bélgica, el francés fue elegido como única lengua oficial. El francés era la
única lengua utilizada en las instancias administrativas y judiciales y en los intercambios
comerciales del país. A su vez, la aristocracia y la burguesía sólo se expresaban
en francés. Sintomática es la obra de Suzanne Lilar (1901-1992) “Una Juventud Gantesa”,
en la que la autora describe sus años jóvenes durante la primera mitad del siglo
XX en la ciudad flamenca de Gante (en neerlandés Gent, y en francés Gand):
“La pequeña
burguesía era bilingüe, pero solía hablar francés al igual que la clase alta. El
pueblo hablaba un dialecto flamenco.”
Chromolithographie d’Alexandre Clarys (Chasse et Pêche, août 1895)
Aunque existiera una lengua flamenca, en realidad se trataba de un conjunto de dialectos
que abarcaba el territorio. Las diferencias de pronunciación diferían considerablemente
de una ciudad a otra. Aún hoy, como habitante de la provincia de Flandes Oriental
(capital Gante), me cuesta comprender los dialectos practicados por nuestros vecinos
de Flandes Occidental (capital: Brujas - Brugge en neerlandés), de Cortrique (Kortrijk
en neerlandés) o de la costa belga. Este es el panorama actual, salvo que la consideración
hacia el flamenco ha evolucionado significativamente y con el tiempo esta lengua
se ha integrado en la estructura de Bélgica. En 1878 el flamenco se establece en
la administración y en 1883 en la enseñanza primaria. En abril de 1886 la moneda
pasa a ser bilingüe. Finalmente, en la votación de la Ley de Igualdad del 18 de
abril de 1898 el flamenco es reconocido como idioma oficial.
Aunque en el periodo posterior a la Primera Guerra Mundial Bélgica se caracterizaba
aún por el monolingüismo francófono, las cuestiones lingüísticas ganaban magnitud.
El movimiento flamenco obtuvo la concesión para crear una universidad flamenca,
pero hubo que esperar hasta 1930 para su materialización, en Gante. En el folleto
editado en 1924 por el Schipperkes Club, se menciona en la última página: “En los
últimos años se ha intensificado la diferencia de opiniones entre los aficionados
respecto al significado del término Schipperke”. Antes de la Primera Guerra
Mundial
se atribuía poca importancia a esta cuestión, considerándose el Schipperke simplemente
como una “raza flamenca”, tal como aparecería en el primer libro de orígenes (1883)
editado por la sociedad Saint-Hubert.
La investigación etimológica más significativa es la de Louis Huyghebaert (criador,
adiestrador, juez y escritor), al que los aficionados al Pastor Belga conocen bien
por ser el “patrocinador del Malinois”. El texto original, escrito en flamenco,
fue publicado en la revista flamenca “Cultura” en 1925 (página 2422). Incluimos
aquí su traducción (previamente al francés), publicada en la revista belga “l’Aboi”
del 15 de marzo 1947:
“Si bien el francés utiliza únicamente la expresión “perro pastor” para designar
esta variedad canina, la lengua neerlandés-flamenca utiliza tres: “herdershond”,
utilizada principalmente en Holanda actualmente, y las flamencas “schaaps” o “schepershond”.
Evitaremos aquí esta digresión lingüística, y sólo hago un inciso para explicar
el origen de la palabra “schipperke”, frecuente y erróneamente traducida por “petit
batelier” (“pequeño barquero” en español). En realidad se debería escribir “scheperke”
o “pequeño pastor” para designar a este pequeño perro negro sin apéndice caudal,
a veces denominado “spits” (1) y que, por sus formas y su carácter, se trata de
un pequeño perro pastor.
A tal respecto, el profesor Reul se equivoca cuando escribe: “El schipperke (del
flamenco “schipper = barquero” o, concretamente su diminutivo “schipperke
= pequeño
barquero”) era el inseparable compañero del barquero que conducía su barcaza por
los canales y los ríos del país bajo. Rara vez este perro pisaba tierra firme… etc.”
(ver Las Razas de Perros, del profesor Reul, Bruselas, 1891-1894).
He pasado muchos años en Lovaina, y tanto antes como después de la guerra de 1914-1918
he investigado sobre el origen de estos perros pequeños. Más tarde volveré a referirme
a esta cuestión. De momento me gustaría subrayar que el profesor Reul convierte
el barco en la cuna del schipperke sólo por necesidades de la causa. Quien desconoce
el flamenco no podrá encontrar otra explicación o traducción de la palabra “schipperke”,
pero para quien esté familiarizado con el dialecto de Lovaina no hay duda de que
la “i” de schipperke debe ser una sustitución de la “e.”
Más tarde, Georges O’Breen, redactor de Chasse et Pêche (Caza y Pesca), escribe:
“La confusión entre los nombres “scheperke” y “schipperke” la encontramos entre
quienes, al designar en Bélgica el schipperke con el nombre de spitz, han adscrito
sin otra prueba al pequeño pastor al verdadero spitz, es decir al lulú, que es de
origen nórdico. El hecho es que en el país de expresión flamenca, la vox populi
suele aplicar este nombre bastante genérico de “spitz” a muchos perros de compañía
o de granja, de tamaño por debajo de la media y que no tienen ningún parentesco
con el lulú.”
La evolución dialectal de la palabra “Scheperke” a “Schipperke” ha sido, a lo largo
del tiempo, apoyada por varias personalidades de primer orden. Podemos empezar por
nuestro gran cinólogo Charles Huge (que criaba Schipperkes), que expresaba en una
nota publicada el 16 de noviembre de 1919: “Y probablemente tendrán esto de su generador,
el pastor negro, llamado vulgarmente “de Leuvenaar”. Estos grandes schipperkes eran
pequeños scheeperkes, nombre que fue sin duda distorsionado, como puede demostrarse”.
En la palabra “Leuvenaar”, podemos encontrar el nombre de la ciudad de Lovaina,
o “Leuven” en flamenco. Algunos meses más tarde (21 de marzo 1920), en un artículo
que describía el carácter tan especial del Schipperke, así como la conformación
de su caja craneal y la posición de las orejas respecto al Lulú de Pomerania, Charles
Huge confirma la descendencia de pastor del Schipperke.
Los hermanos Verbanck, indiscutibles especialistas en la raza Schipperke, compartían
la opinión de Charles Huge. Actualmente, el juez Robert Pollet se ha expresado en
el mismo sentido en la publicación del artículo: “The Schipperke… what’s in a name?”
En Estados Unidos, un veterinario conocido con el nombre de Leon Whitney ha llegado
también a la conclusión de que se trata de un pequeño perro pastor. Hoy, después
de mucho tiempo, nadie en Bélgica cuestiona la mutación de la palabra Schipperke,
merced a su aparente evidencia. Ciertamente, es comprensible que el entorno histórico
y el contexto lingüístico de nuestro país no sean fáciles de comprender para alguien
ajeno a ellos.
Tras la publicación en 2011 de mi libro sobre el Schipperke descubrí el capítulo
sobre nuestro pequeño diablo negro escrito por el holandés L. Seegers. En su libro
“Hondenrassen” (Razas de Perros), editado en 1912, algunos pasajes
no carecen de
interés. Creo útil extraer los párrafos siguientes:
“El Schipperke es belga, concretamente un belga flamenco, ya que, por mucho que
nos remontemos en la historia sólo lo encontraremos en los dos Flandes, poco más
lejos en las provincias de Amberes y Brabante y esporádicamente en la provincia
de Limburgo. Las provincias valonas sólo lo conocían de oído. Más tarde el centro
de cría se desplazó a la parte flamenca de Brabante.
Aún recordamos bien, cuando en 1872 llegamos a Lovaina, ver con asombro cómo deambulaban
por doquier un gran número de pequeños perros sin rabo. Eran más grandes y más fuertes
que nuestros Schipperkes de hoy. Muchos se utilizaban para la caza del conejo. Las
grandes fábricas de cerveza de Lovaina los utilizaban para limpiar los edificios
de ratas y ratones, trabajo en el que el Schipperke no tenía nada que envidiar a
los mejores terriers. Quizás este sea el motivo por el que, en la primera gran exposición
belga de 1880, fue catalogado entre los terriers con los siguientes términos:
“Terrier
de pelo corto zaíno, de orejas rectas, sin rabo, de raza flamenca: Schipperkes”.
Aunque no hay dudas sobre su país de origen, no está claro por qué la raza que originalmente
se llamaba “Spitz Belga” recibiera más tarde el nombre de “Schipperke”. Tal vez
porque se les solía encontrar sobre todo en barcas o gabarras, según se dice. Pero,
¿dónde está la prueba de que eran mayormente barqueros quienes utilizaban los spits
belgas? No hay ninguna, como tampoco sería difícil demostrar que lo que barqueros
belgas llevaban, al igual que sus colegas de otros países, eran simplemente lulús
(Keeshonden)”.
En cuanto a la expresión “Spitz belga”, ya la descubrí en la obra “De Hond”
(El
Perro), escrita en 1916 por el adiestrador y cinólogo amberino Panési. He aquí una
traducción (previamente al francés) del capítulo “De Belgische spits”:
"Es una antigua raza nacional que parece haber desaparecido. Ya se hablaba de ello
en 1891. Este perro se utilizaba en otros tiempos como perro guardián y de tiro:
era muy apreciado por los carniceros. En algunas ocasiones los hemos encontrado
como perros de rebaño. También fue utilizado como perro de tiro por quienes vendían
aves de corral en el mercado de Amberes.
El spits belga se consideraba muy buen perro, fuerte y fiel. Y a ello puede añadirse
que tenía las mismas capacidades que nuestro perro pastor. Si comparamos con los
de hoy los perros pastores de antaño, sin rabo y con una expresión totalmente distinta,
podemos comprender cómo una raza puede cambiar a lo largo del tiempo: lo mismo ha
sucedido con el spits belga.
Hace algunos años se constituyó una asociación llamada “De Belgische Spits”, que
llevó a cabo sus investigaciones y que acabó prohibiendo, tal como se ha hecho con
nuestros perros pastores, que se cortara la cola a los spits. Los descendientes
de nuestros spits de antaño se han convertido en nuestro actual perro pastor de
pelo corto negro. Nosotros mismos hemos tenido “Nox” (B.P. 60), entre otros, y tras
los acoplamientos a veces teníamos más crías sin cola que con cola. Por último,
aún podemos añadir que quien produce con spits belgas es consciente de que no es
raro encontrarse en la camada una cría de color leonado.”
En 1919, en la revista amberina “Cultura”, Panési, calificando al pastor de pelo
corto negro de vieja raza, confirma el propósito de su libro al escribir: “Qué no
habremos visto con nuestro excelente pelo corto negro, al que otrora se le cortaba
la cola y al que se le daba el nombre de “Spits”, “Boomse Spits” (...) (Boom
es
una localidad situada al sur de Amberes).
(1) No sólo se encontraban entre los primeros Schipperkes perros que respondían
al nombre de “spits” o “spitz”, sino también entre los primeros perros Pastor Belga
y Pastor Holandés. El término “spits” proviene de la expresión flamenca “oren spitsen”,
que quiere decir “levantar la oreja”.
Jean-Marie Vanbutsele